¿Es normal la caida de cabello?
La vida y el crecimiento del cabello dependen de su raíz. El único medio por el cual se nutre esta raíz es a través de la irrigación sanguínea del cuero cabelludo.
Cuando la irrigación sanguínea en el cuero cabelludo es normal, el pelo crece sano y fuerte, cumpliendo su ciclo natural. Y parte de este ciclo, es la caída de ese cabello y el nacimiento de uno nuevo que la misma raíz comienza a elaborar.
¿Por que se pierde el cabello?
Las posibles causas que pueden originar la pérdida del cabello
Cuando un cabello cae y es reemplazado por otro más débil que el anterior, se inicia un proceso de pérdida capilar. Este debilitamiento del cabello se manifiesta en dos aspectos: por una parte crece más fino y débil, y por otra su ciclo de vida se acorta, cayéndose más rápido.
El cabello se va perdiendo por causas de diversos orígenes, los cuales no son siempre fáciles de determinar con absoluta certeza.
El origen del problema puede deberse a una única causa, como también pueden ser varias, que se superponen y se potencian entre sí.
No siempre, es posible de identificar la causa original, y las que luego se han agregado, y cual es el grado de incidencia y/o importancia de cada una de ellas.
Predisposicion hereditaria
Habitualmente suelen considerarse los antecedentes hereditarios como una de las causas más frecuentes y preponderantes que afectan a la pérdida del cabello.
Afortunadamente no siempre es así. En muchos casos, no existen estos antecedentes, y en otros, si los hay, la pérdida de cabello comienza en edades más avanzadas.
Es necesario diferenciar entre la herencia y la predisposición hereditaria. La herencia es todo lo que traemos al nacer: el color del cabello, el grosor, el tipo de cabello (lacio, rizado, etc.), etc.
La predisposición hereditaria son características latentes en el organismo, que según la forma de vida, pueden ser postergadas o aún superadas.
Podemos encontrar una analogía de la pérdida de cabello con la tendencia a engordar, la celulitis, etc., que según los cuidados y las características de vida, pueden ser controladas y/o mejoradas.
Es necesario también, conocer la complejidad de las leyes de la herencia. Las diversas influencias se entrecruzan y combinan, haciendo difícil de precisar con exactitud la participación de todos los antepasados en el proceso de pérdida de cabello.
Enfermedades e ingesta de medicamentos
Las alteraciones de la salud, en particular ciertas enfermedades orgánicas o funcionales, pueden afectar el vigor y el crecimiento del cabello.
La ingesta de ciertos medicamentos de uso prolongado, puede tener como un efecto secundario de la medicación, un aumento de la caída y el debilitamiento del cabello.
Trastornos hormonales
La tiroides es una glándula endocrina en la región faríngea que produce una hormona, la tiroxina, que interviene en el crecimiento y el metabolismo. El mal funcionamiento de esta glándula ocasiona frecuentemente un aumento de la caída de cabello y su debilitamiento.
Especialmente en el caso de las mujeres, los trastornos hormonales que se sufren en los períodos de post-parto y de menopausia, también son causantes de trastornos desfavorables en el pelo.
En todos estos casos, ya sea por enfermedad y/o medicación, y/o trastornos hormonales, superados estos problemas, el cabello puede recuperarse, total o parcialmente.
Nuestra experiencia nos demuestra, que en algunos casos nunca existieron los factores mencionados anteriormente, y si los hubo, sus efectos han sido superados. No obstante, el cabello se va perdiendo día a día, con mayor o menor rapidez.
En general los análisis o estudios que se realizan, no manifiestan causas de importancia que expliquen el desarrollo y el avance de la pérdida del cabello.
La evolución de la pérdida del cabello, no siempre tiene el mismo ritmo en todos los casos. Su avance es cíclico y en él intervienen numerosos factores.
Una vez iniciado el proceso de pérdida del cabello, nunca se detiene totalmente por sí solo. Esta característica no siempre se percibe claramente, pero si se observa una foto o una filmación de tiempo atrás, se comprueba esta realidad en forma categórica.
Por otra parte, el número de cabellos que cae diariamente, no es el único indicador del avance del proceso. El grado de debilidad de los cabellos que reemplazan a los que caen al finalizar su ciclo de vida, es el que marca la gravedad e intensidad de la pérdida.
El stress y la pérdida del cabello:
El stress y/o tensión nerviosa tienen una enorme incidencia en la pérdida de cabello.
Los estados de stress intenso, pueden actuar como la causa desencadenante que inicia el desarrollo del proceso, como también pueden ser el factor que agrava e impulsa, otras causas existentes o en estado latente.
El stress en su aparición puede tener diversos orígenes, que no siempre guardan una relación proporcional entre el hecho, o los hechos que lo provocaron y su intensidad.
El stress puede surgir en forma repentina, producido por un shock emocional, o también debido a un estado de tensión nerviosa continua y prolongada.
En síntesis, podemos definir al stress, como un estado en el cual un enorme número de funciones orgánicas y mentales, se predisponen a enfrentar una situación de peligro real o imaginario.
Si la duración de este estado es breve, o se producen intervalos suficientes para que el organismo se reponga, y vuelva a la normalidad de sus funciones, no hay consecuencias graves. Pero, si los estados de stress son intensos y/o repetidos, sus consecuencias son muy negativas para la salud.
La manifestación más característica del stress, son las contracturas musculares.
Por contractura se entiende lo siguiente: cuando un músculo se contrae para realizar un movimiento, luego se estira nuevamente. Cuando se produce la contractura, el músculo se acorta y permanece en ese estado.
Las contracturas provocadas por el stress, se establecen en los músculos que rodean el cuero cabelludo, la nuca y la espalda.
El cuero cabelludo es una de las regiones más afectadas. Los músculos que lo rodean, al contracturarse, se acortan, comprimiendo el tejido del cuero cabelludo sobre el hueso del cráneo.
Esta alteración se comprueba, palpando el propio cuero cabelludo, que se observa rígido, endurecido y con una disminución en su espesor natural.
Este gradual y progresivo deterioro del cuero cabelludo, comprime la vasta red de diminutos capilares que irrigan y nutren las miles y miles de raíces pilosas de la región.
Al producirse esta verdadera “sequía sanguínea”, las raíces pilosas – que son los órganos formadores de cabello- al no recibir suficiente nutrición comienzan a fabricar cabellos cada vez más finos y débiles.
Este debilitamiento suele comenzar, en las zonas más predispuestas anatómicamente a una disminución de la irrigación sanguínea que son, la tonsura o coronilla y las entradas. En estas zonas se observan, cuando el proceso está en marcha, cabellos más cortos, más finos, e insuficientemente pigmentados.
Muchas veces a estos cabellitos se los confunde con el cabello nuevo en crecimiento, creando una errónea expectativa.
Cuando la raíz pilosa recibe insuficiente irrigación sanguínea, el nuevo cabello que elabora es de menor calidad.
El debilitamiento con que nace el nuevo cabello, impide su normal desarrollo y crecimiento, su vida se acorta y cae más rápido, aumentando así el número de cabellos que caen diariamente.
En la medida que el proceso avanza, aumenta el número de cabellos débiles y disminuyen los fuertes. Los cabellos débiles al tener menor tamaño y grosor, no cubren bien el cuero cabelludo, y comienzan a aparecer zonas ralas.
En las zonas bajas que rodean al cuero cabelludo, existen músculos y arterias de mayor calibre, que mantienen un aporte sanguíneo suficiente que explica por qué allí, el cabello mantiene su normalidad.
El número de cabellos que cae por día es en general variable, pero en los momentos de grandes caídas, debe interpretarse como una aceleración del proceso de pérdida del cabello.